2) La comunión eclesial
El que habla en lenguas se edifica a sí mismo; el que profetiza edifica a la Iglesia (1Cor 14,4).Ya, pues, que sois amantes de los carismas, procurad abundar en ellos para edificación de la Iglesia (1Cor 14,12).
Y a cada uno se le otorga la manifestación del Espíritu para común utilidad (1Cor 12,7).
Porque así como, siendo el cuerpo uno, tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, con ser muchos, son un cuerpo único, así es también Cristo (...). De esta suerte, si padece un miembro, todos los miembros padecen con él; y si un miembro es honrado, todos los otros a una se gozan (1Cor 14,12.26).
Os ruego, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que todos habléis igualmente y no haya entre vosotros cisma, antes seáis concordes en el mismo pensar y en el mismo sentir. Esto, hermanos, os lo digo porque he sabido por los de Cloe que hay entre vosotros discordias y cada uno de vosotros dice: yo soy de Pablo, yo de Apolo, yo de Cefas, yo de Cristo. ¿Está dividido Cristo? ¿O ha sido Pablo crucificado por vosotros o habéis sido bautizados en su nombre? (1Cor 1,10-13).
3) La fuerza en la debilidad
Os escribo en medio de una gran tribulación y ansiedad de corazón con muchas lágrimas, no para que os entristezcáis, sino para que conozcáis el gran amor que os tengo (2Cor 2,4).Si es menester gloriarme, me gloriaré en lo que es mi flaqueza (2Cor 11,30).
Y Él me dijo: te basta mi gracia, que en la flaqueza llega al colmo el poder. Muy gustosamente, pues, continuaré gloriándome en mis debilidades para que habite en mí la fuerza de Cristo. Por lo cual me complazco en las enfermedades, en los oprobios, en las necesidades, en las persecuciones, en las angustias, por Cristo; pues cuando parezco débil, entonces es cuando soy fuerte (2Cor 12,9-10).
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