domingo, 27 de noviembre de 2011

Mi vida en chandal

Para mí la vida es Cristo, y la muerte, ganancia. Y aunque el vivir en la carne es para mí fruto de apostolado, todavía no sé qué elegir. Por ambas partes me siento apretado, pues de un lado deseo morir para estar con Cristo, que es mucho mejor; por otro, quisiera permanecer en la carne, que es más necesario para vosotros. Por el momento estoy firmemente persuadido de que quedaré y permaneceré con vosotros para vuestro provecho y gozo en la fe, a fin de que vuestra gloria en Cristo crezca por mí con mi segunda ida a vosotros (Flp 1,21-26).

Mi madre siempre me lo decía: me gusta ir de cualquier manera. Cuando estaba en el instituto siempre iba con ropa ancha y deportivas o botas. La camisa y yo nunca fuimos muy buenos amigos. Además, cuando uno no es un Justin Bieber puede preferir la comodidad en el vestir.

Mi primer traje me lo compré al entrar en el Seminario, para una fiesta "de etiqueta" (mi madre emocionadísima probándome camisas y corbatas, por supuesto). No me quedaba mal, pero me sentía extraño, disfrazado. Si vas con una camisa u otra cosa, unos zapatos u otros... comentar esas cosas nunca ha ido conmigo, pero tuve que írmelo aplicando, no sin muchas reticencias por mi parte.

En el monasterio no hay ese problema. La gente piensa en un hábito y lo asocia a uniforme, imposición, casi como un mono carcelario. Pero es completamente diferente cuando uno lo ve desde dentro. Da igual si llevas chandal, vaqueros o pana, si se te ha roto un poco el pantalón por la rodilla trabajando o vas con raya diplomática perfectamente planchada, si llevas jersey o sudadera... Ante Dios y ante el hermano todos somos iguales, por eso todos nos vemos iguales. Así el hábito, aunque sólo sea el de postulante, llega a resultar bastante agradable, como una segunda piel.

Después de todo el verano de pastoral, en pueblos y en JMJ, se acabó el chollo de vestir deportivo. Mi vida en chandal terminó en octubre. Y aunque en la nueva facultad no les importe mucho (hay muy buen rollo), ¡cualquiera baja todos los días en deportivas y sudadera a la capilla....!

FJ