domingo, 12 de junio de 2011

Season finale

Sé que esto redundará en ventaja mía por vuestras oraciones y por la donación del Espíritu de Jesucristo. Conforme a mi constante esperanza, de nada me avergonzaré; antes con entera libertad, como siempre, también ahora Cristo será glorificado en mi cuerpo, o por mi vida o por mi muerte. Que para mí la vida es Cristo, y la muerte, ganancia. Y aunque el vivir en la carne es para mí fruto de apostolado, todavía no sé qué elegir. Por ambas partes me siento apretado, pues de un lado deseo morir para estar con Cristo, que es mucho mejor; por otro, quisiera permanecer en la carne, que es más necesario para vosotros. Por el momento estoy firmemente persuadido de que quedaré y permaneceré con vosotros para vuestro provecho y gozo en la fe, a fin de que vuestra gloria en Cristo crezca por mí con mi segunda ida a vosotros. (1,19-26)

Que levante la mano quien piense que nunca he dejado de ser un friki, ni siquiera después de 8 meses en un monasterio. ... ... ... En efecto, habéis acertado. Y para quien todavía lo dudaba, este artículo seguro que es lo suficientemente obvio...
Todas las series que he ido viendo a lo largo de mi vida (que no son pocas) me han confirmado en la siguiente teoría: da igual si te pierdes más o menos capítulos, lo importante es el último capítulo de la temporada. Es como los últimos minutos de una buena película: en ellos se concentra la mayor dosis de acción/terror/..., es el enfrentamento con el malo-malísimo, es donde se revela toda la trama, es donde los personajes "se la juegan" (y los actores muestran mejor sus talentos), es donde se cierra todo lo anterior o puede dejarse alguna puerta entreabierta como poniéndote el caramelo en la boca de cómo puede continuar (ese dichoso "Continuará..." o "To be continued..." que tanto nos ha sacado de quicio).
Por todo esto y por mucho más, la gente, sobre todo los fans, esperan con ansia estos capítulos de fin de temporada ("Season finales"), casi con tanta ansia como el primer capítulo de la siguiente (paradójico, ¿no?). Así pasó con Lost (Perdidos), Smallville, El Internado (pongo un ejemplo español para que Nico no se me cabree...), etc. etc.
Pues bien, éste es mi Season Finale: Pentecostés. Hoy mismo le he comentado al padre prior después de Misa, dando gracias ante el Santísimo, que quiero volver a Segovia. Como dijo el Padre Arrupe: "me siento más que nunca en las manos de Dios". Falta concretar un poco más el cuándo, cómo... pero yo tengo claro el porqué.
To be continued? (jeje)
FJ

miércoles, 8 de junio de 2011

Marco incomparable

Por lo demás, hermanos, atended a cuanto hay de verdadero, de honorable, de justo, de puro, de amable, de laudable, de virtuoso y de digno de alabanza; a eso estad atentos, y practicad lo que habéis aprendido y recibido y habéis oído y visto en mí, y el Dios de la paz será con vosotros (4,8-9).
Este domingo terminaron los famosos "Conciertos de Zenarruza" ("Ziortzako Kontzertuak") en nuestra Colegiata, que durante dos fines de semana (tanto el sábado como el domingo) han llenado el templo toda la tarde de manera sólo comparable a los Oficios de Semana Santa. Me imagino que en Agosto, por la fiesta de la Asunción y S. Roque volveremos a llenar. Y es que todos lo dicen: la música clásica adquiere en Zenarruza "un marco incomparable".
El primer sábado tuvimos concierto de órgano y trompeta, con el órgano antiguo de la Colegiata; al día siguiente hubo orquesta de cámara y una coral. Y este fin de semana, el sábado clave-violín-viola interpretando (entre otros) 3 motetes únicos de T. L. de Victoria; y el domingo, clave y violonchelo, por músicos internacionales.
De hecho, este fin de semana me acordé mucho de Nico, pues hubiera disfrutado mucho el del sábado sobre todo, y de mi prima Cris, no sólo porque le hubieran encantado todos los conciertos, sino porque los del sábado parecían recién saliditos del Conservatorio.
Sin duda me quedo con el último concierto y el chelo. Nunca lo había escuchado en directo (y normalmente los cds en que lo había oido eran de Jazz, muy diferente forma de sacarle partido). ¡Qué cantidad de matices! ¡Qué sonido a la vez dulce y potente! ¡Qué movido y a la siguiente pieza qué melancólico! Pero sobre todo: ¡qué unión (¿comunión?) entre el músico y el instrumento! Transmitía una pasión serena que me impactó en todo momento. Así era como conseguía conectar tanto con el público, implicarle y conmoverle.
Me planteaba la cuestión: ¿cómo ser capaces nosotros de ser también "músicos profesionales del Evangelio"? Es decir, ¿cómo irradiar también nosotros esa pasión serena por Jesucristo que se contagie a todo el mundo?
FJ