domingo, 6 de mayo de 2012

Obediencia, ¿sola o con leche?

"Así, pues, amados míos, como siempre habéis obedecido, no sólo cuando estaba presente, sino mucho más ahora que estoy ausente, con temor y temblor trabajad por vuestra salud" (Flp 2,12).

En el último retiro que hemos tenido en el seminario me puse tan... nervioso en la charla que tuve que salir inmediatamente a dar un paseo largo bajo la lluvia para poder bajar los humos. ¿Por qué? Normalmente todos los retiros tienen ese carácter marcadamente seminaril-cuasi-sacerdotal, cosa que ya de por sí no me atrae: en una tarde libre para el encuentro con Cristo no quiero estar en la misma onda que todos los días, sino descansar en su Amor, su Misericordia, su Palabra... como cualquier cristiano que pudiese.

Sin embargo, ésa no es la cuestión. A lo largo de toda la charla, sobre la configuración con Cristo, resonaba el tono de la obediencia, renunciar a la propia voluntad, transparencia, ser hombres expropiados, anteponer lo comunitario a los planes personales, la docilidad... Sí, sí, todo ello fijándose en Jesús. Pero, ¿no nos habremos quedado en una capa superficial y posterior? Todas esas facultades son verdaderas, todos estamos llamados a vivirlas, Jesús mismo las vivió. ¿Entonces?

S. Pablo dice "amados míos" y luego "habéis obedecido". Lo mismo aquí que en el resto de la Carta, y que en las demás. Del amor que les tiene les pide obediencia (no en vano es padre de la comunidad), pero es que ellos le obedecen y le piden consejo porque también lo aman. La obediencia brota del amor, y no al revés. Todo Flp 1 es un claro ejemplo de ello.

Y damos un paso más: ¿qué pasa con Jesucristo? De su íntima unión (de vida y amor) con el Padre (en el Espíritu) es donde tenemos que situar su obediencia a la voluntad del Padre. Veamos tan sólo un ejemplo: "Como el Padre me amó, yo también os he amado; permaneced en mi amor"; y luego sigue: "si guardáis mis preceptos, permaneceréis en mi amor, como yo guardé los preceptos de mi Padre y permanezco en su amor" (Jn 15,9-10). ¿Cuál es la línea temporal? Primero el amor, y seguida e inseparablemente la obediencia en el amor, y no al revés.

Todavía un paso más: sigamos leyendo el Evangelio citado: "Esto os lo digo para que yo me goce en vosotros y vuestro gozo sea cumplido" (Jn 15,11). También podemos incluir "la salud", "la salvación", de la que habla S. Pablo en el texto inicial. ¿Por qué obedecer? ¿Por el mero hecho de obedecer? ¿Porque simplemente es lo que tengo que hacer? ¿Porque es lo que hizo Jesús? No del todo. Si veíamos el amor como su fuente, vemos nuestra felicidad como su fin. La obediencia en el amor nos lleva a nuestro gozo porque confiamos en el que obedecemos, porque lo amamos y sabemos que lo que nos pide será lo mejor para nosotros, aunque yo no sea capaz de verlo inmediatamente. ¡Y qué narices! Porque el gozo que experimentamos es mayor si hacemos feliz a aquél a quien amamos.

Lo mismo que digo sobre la obediencia lo digo sobre la renuncia, la transparencia, la docilidad... Si no nacen del amor y nos llevan a amar más gozosamente, de nada me sirven. Son pasos en el Camino de Perfección, e incluso brotan espontáneamente del amor.

¿Se nota el cambio de perspectiva? Doy gracias a Dios por mis 8 meses y 8 días de medio-monje.

FJ