domingo, 5 de febrero de 2012

Rutina

Hermanos, yo no creo haberla aún alcanzado; pero dando al olvido lo que queda atrás, me lanzo en persecución de lo que tengo delante, corro hacia la meta, hacia el galardón de la soberana vocación de Dios en Cristo Jesús. (Flp 3,13-14)

Hace poco lo comentaba con un formador: ¡esta rutina me está matando! De la Ponti al Teologado, del Teologado a la Ponti. De mesa y libros a mesa y libros. Mismas conversaciones y chistes día tras día (al menos en clase es más variado). ¿No hay tiempo para tomar un café con un amigo y que parezca un día diferente? ¿Es que lo que diferencia un día de otro es lo que ponen por la noche en la tele? ¡Aaaaaaaaaaah!

¿Puede verse peor? Pues sí. Que te digan: "pues la vida del cura es muy rutinaria, más que aquí". ¡Aaaaaaaaaaaaah! Yo que pensaba que si uno quiere puede vivir muy bonito siendo cura de pueblos... El largo tiempo de oración y estudio de primera hora de la mañana, cocinar y hacer las tareas de casa, visitar a la gente en sus casas (enfermos o no), catequesis y grupos de las parroquias, acompañamiento de gente, compartir con los compañeros la convivencia, tiempo de confesionario, LA MISA... ¡Y ahora resulta que es mucho más rutinario! ¡¿Hay que acostumbrarse desde ahora?!

"Acostumbrarse"... ummmm. Interesante. Alguien me dijo una vez: "nunca te acostumbres", y no solamente iba dirigido a la Eucaristía...

A lo mejor es por eso que haciendo lo mismo todos los días en el Monasterio uno no cae en la rutina sino que cada día es novedoso...

Me gustaría vivir cada día con el ímpetu de S. Pablo.

FJ

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