Entre vosotros entonad salmos, himnos y cantos inspirados, cantando y tañendo de corazón en honor del Señor (Ef 5,19).
Hace más de un mes ya, comentaba con el prior que comenzaba a notar la ausencia de la música. Es un poco raro, ¿no?, ya que estamos cantando todo el día. Pero yo estaba acostumbrado a la Cadena 100 (no es por hacer publicidad), mis CDs, la guitarrita... Y todo ese tipo de música es muy diferente. Tener un PM3 me parecía una tontería (no lo he tenido nunca, y lo voy a tener siendo monje...), pero tener una guitarra para los ratos de oración personal podía estar bien.
Cuando planteé la cuestión, el prior me dijo: "¿Sabes tocar la guitarra? Pues, ¿por qué no te pones con la cítara?" [Inciso: en otros tiempos, yo hubiera corrido a la Wikipedia a darme el susto, pero hacía ya semanas que vi el instrumento en sí guardado en la sala donde ensayamos]. Yo respondí: "¿La cítara? ¡Pero si sólo se parece a la guitarra en que tienen cuerdas!".
Así que "a falta de guitarras, buenas son cítaras". Por Año Nuevo vino a visitarnos un seminarista de Sevilla que vivió aquí bastante tiempo y me estuvo enseñando cuatro cosillas para empezar a ensayar. No sé si es un instrumento muy litúrgico o no, pero a decir verdad, es un sonido muy dulce y acompaña muy bien en el coro. Al menos más bíblico que el órgano sí es (lo que no sé es cómo los judíos colgaban las cítaras en los árboles de Babilonia, porque al menos la que tenemos es una pedazo de caja con muchísimas cuerdas).
En fin, que ahí estamos todos los días media horita dándole a los arpegios y a los punteos (pues se tocan acordes con la mano izda. y melodía con la dcha.), haciendo cayo en los dedos para que no haga daño al tocar y a la vez entrenando el oído para entonar mejor en el coro.
¡Qué pruebas nos manda el Señor! Dentro de nada me ponen con el euskera...
FJ
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