domingo, 7 de noviembre de 2010

El Principito

Queridos míos, sed obedientes como siempre: no sólo en presencia mía, sino más aún en mi ausencia, trabajando escrupulosamente en vuestra salvación. Pues es Dios quien, según su designio, produce en vosotros el deseo y su ejecución (2,12-13).
El Principito es uno de esos relatos que no pasan nunca, y que uno no tiene que haber estudiado gran cosa para enterarse. Así como Momo o La Historia Interminable, muchos hemos dedicado tardes enteras a su lectura. Pero lo mejor de todo es un secreto que guarda: cualquiera puede dialogar con el principito y su autor. Seas niño o anciano, joven o ya mayor siempre puedes leer y asombrarte, y desde el punto de vista en el que te encuentras ("las gafas" con las que lees) unos detalles u otros irán floreciendo.
La semana pasada encontré El Principito colocando las estanterías de la biblioteca. El Principito, ¿en un monasterio? Pues sí, como otras tantas sorpresas de este tipo de vida... Mi trabajo aquí es ése: ordenar e informatizar la biblioteca. Trabajo que lleva unas 6 horas al día (las otras 2 de la "jornada laboral" son de estudio), y más de un quebradero de cabeza (sin haber hecho Teología todos estos años, estaría muuuuuy perdido...).
Y me pregunto, ¿de qué sirve tanto tiempo dedicado a ello? Parece que no aporto nada: ni a la tienda, ni al funcionamiento de la casa... ¿a la sociedad? No mucho... Además, quizá sacaría mayor provecho si cuando no está el prior salgo a pasear y meditar por el monte, ¿no? Todo eso no es importante: esté o no esté "el jefe", hay que trabajar por nuestra salvación, por la de todos los hombres, pues es Dios quien nos lo ha pedido. S. Pablo bien nos lo dice.
¡Qué diferencia y qué gozo! ¡Qué cambio de perspectiva! El trabajo se transforma también en oración, y aunque uno no esté recitando continuamente salmos, haciendo bien su trabajo, con alegría y por amor a Jesucristo, se convierte en intercesión poderosa.
¿De qué sirve el trabajo? Como oración. ¿De qué servirá, pues, leer El Principito?
FJ

2 comentarios:

  1. ¡Paco!¿qué tal? Soy Nico. Leyendo aquí tu post me acuerdo de una amiga mía que estudió biblioteconomía y la vez que el consiliario de mi Cofradía, el Huerto de los Olivos, nos metió en la biblioteca de su comunidad en el Carmen de Abajo. Ufff... ¡qué pena! estaba tan descolocada que nadie podía usarla...

    Así que tu labor en el monasterio puede ser muy grande, además de servirte de oración: servirá para que otros, cuando necesiten libros de oración, para estudiar, o para preparar homilías los tengan a mano. así que...¡ánimo! que tu trabajo servirá de mucho.

    Un abrazo desde Salamanca.

    Nico

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  2. Hola Fran!Que tal la piedra de la gratitud? Me alegro que te vaya bien. Que bueno encontrar el libro del principito, cuànta enseñanza, no es casualidad que haya caido en tus manos, te viene al pelo con tus preguntas,hay respuestas en el, solo tienes que interiorizarle y seguir con tus oraciones y el trabajo que en este momento decides tener lo importante" es estar" en lo que tienes que estar. Un abrazo

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