domingo, 18 de marzo de 2012

Palabras, hechos, silencio

Porque somos ciudadanos del cielo, de donde esperamos al Salvador y Señor Jesucristo. (Flp 3,20)

En medio de la controversia con los rigoristas judaizantes, Pablo pronunica estas palabras, para animar a no poner la confianza en las prácticas religiosas que se hagan, sino sólo en Dios, que es Quien da razón a las mismas. Cuando uno es "ciudadano del cielo", cumple esas prácticas espontáneamente, sin poner la esperanza de su Salvación en ellas.

La última película sobre San Agustín (estupenda) juega mucho con "la palabra", "los hechos" y "la verdad", y no sólo en los diálogos, sino en las escenas de toda la película: cada conversación no tiene desperdiciio, los hechos que van descolocando a San Agustín, la verdad que Agustín comienza a buscar y no halla hasta que la Verdad lo encuentra a él...

La verdad es que necesito más silencio para reposar todo (también el esceso de información). Lo de hablar por hablar o tener que quedar bien no lo termino de encajar, pero en la sociedad en la que vivimos... En el monasterio se hablaba poco (se escuchaba mucho). Ello te permitía que cada diálogo no tuviera desperdicio ("de lo que está lleno el corazón habla la boca"), que no perdieras la capacidad de sorprenderte con los acontecimientos, que no perdieras la tónica de la búsqueda-espera de la Verdad.

Comportémonos, pues, como ciudadanos del cielo, esperando con las lámparas encendidas al Único que puede salvarnos, para que cuando nos encuentre, no se avergüence de nosotros. Porque a veces siento que si viniera en ese momento en que mi comportamiento o mis palabras no son sinceras ni ejemplares...



FJ

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