domingo, 11 de marzo de 2012

Lectura de Dios

Por nada os inquietéis,sino que en todo tiempo, en la oración y en la plegaria, sean presentadas a Dios vuestras peticiones acompañadas de acción de gracias. Y la paz de Dios que sobrepuja todo entendimiento, guarde vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. (Flp 4,6-7)

Al hilo del anterior artículo, recuperar el tiempo de oración me parece de capital importancia. Recuerdo cómo fue calando poco a poco el rato de Lectura de Dios (Lectio Divina) de todas las mañanas. Hasta el punto de sentirte hablando por hablar con un amigo (con un Amigo en este caso). A fin de cuentas es lo que dice Sta. Teresa de Jesús: la oración es "tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama".

Y qué mejor trato con Jesús en la oración que con Cristo Palabra.

Hay que soltarse, sin miedos ni prejuicios, sin esquemas rígidos prefijados. Cuando quedo a tomar unas cañas con un amigo lo que quiero es estar con él; no ahora hablar de esto, ahora de esto otro, ahora entramos, ahora salimos... como si fuera una reunión formal. Pues con la Palabra lo mismo, pero sin cañas.

Sé que cuestra trabajo (a mí ahora mucho, parece mentira), pero la asiduidad es fundamental: dos no se hacen verdaderamente amigos si no quedan y hablan con cierta frecuencia, sobre todo al principio.

Por eso, y para picar la curiosidad, os pongo unas notas de los que verdaderamente saben de esto:

S. Gregorio Magno: la Lectura de Dios "es el arte de estudiar el corazón de Dios".
Orígenes: "nadie puede penetrar el sentido del Evangelio si no ha descansado como Juan, en íntimo coloquio, sobre el pecho de Jesús".
S. Jerónimo: "sea tu custodia lo secreto de tu aposento y allá dentro recréese contigo tu Esposo. Cuando oras, hablas a tu Esposo; cuando lees, Él te habla a ti".
S. Isidoro de Sevilla: "muchas veces una lectura prolongada fatiga la memoria; por eso es mejor leer un párrafo, cerrar el libro, y reposar dentro del alma la verdad que se acaba de leer. De esta manera se leerá sin fatiga, y la doctrina no resbalará por la superficie del espíritu".
Casiano: "una vez arrojada toda preocupación y todo pensamiento terrestre, aplícate con asiduidad y sin intermisión a la lectura sagrada, hasta que laincesante meditación impregne tu espíritu y, por así decirlo, la Escritura te transforme a su semejanza".

¿Alguno habla de esquemas rígidos prefijados? Por eso hablo de "Lectura de Dios" y no de "Lectio Divina", que ya tiene suficientes prejuicios...

PD. Idea tomada de COLOMBÁS, La Lectura de Dios, altamente recomendado.

FJ

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