domingo, 22 de septiembre de 2013

Fray Hernando de Talavera, monje jerónimo, vuelve a ser actual



Cuenta la leyenda que la primera vez que Fray Hernando de Talavera tomo confesión a Isabel I de Castilla, la Reina le pidió que los dos se arrodillasen: ella, como penitente; él, como súbdito. Su negativa, dado que en aquel trance representaba la Divinidad, le valió la admiración de la Reina, que en aquel instante le eligió como su confesor oficial.
Fray Hernando de Talavera fue el inspirador del programa de reformas político religiosas emprendido tras el final de la guerra civil. Transigente y conciliador, los cronistas de la época puede que idealizaran su figura, que siempre salía ganando si se comparaba con la de otros religiosos contemporáneos.
Ingresó en el monasterio jerónimo de San Leonardo de Alba de Tormes y en solo cuatro años fue nombrado prior de Nuestra Señora del Prado en Valladolid, donde permaneció 16 años renovando la vida monástica, con la reimplantación del 'ora et labora'.
Fue en 1475 cuando pasó a formar parte de la Corte, en donde jugó un papel decisivo en la toma de decisiones. No solo asesoró a la Reina en cuestiones religiosas, sino que también presidió una comisión designada para decidir sobre la viabilidad de los planes expansionistas de Cristobal Colón.
Fue también un prolífico hombre de letras que escribió un buen número de tratados e impulsó la implantación de la imprenta, que consideraba elemento indispensable para difundir con rapidez su mensaje apostólico. Suya fue, de hecho, la primera imprenta que se instaló en Valladolid, en 1480. Cinco años después, fue nombrado obispo de Ávila.
En 1492, tras la victoria de los Reyes Católicos sobre Boabdil, Hernando de Talavera recibió la bula papal para ser el primer arzobispo de la nueva diócesis de Granada. Entonces, los reyes le encargaron la responsabilidad de convertir a la comunidad musulmana de la ciudad, aunque según los historiadores, su mano blanda, su carácter tibio y sus concesiones a la comunidad mudejar no convencieron a sus majestades, que optaron por sustituir a Hernando de Talavera por el cardenal franciscano Francisco Jiménez de Cisneros, quien optó por unos métodos muchos más inflexibles para la conversión forzosa y masiva de los últimos musulmanes de Granada.
Isabel confiaba plenamente en el criterio de este monje, a quien consentía que le reprendiese cuando su conducta no era adecuada. Así lo atestigua una carta que fray Hernando de Talavera envió en 1493 a la Reina, cuando tuvo noticia de que ésta estaba disfrutando de grandes festejos, asistiendo a corridas de toros y vistiendo lujosos trajes.
Fue el hombre clave en la reforma religiosa hispana, en especial en el clero regular. Fue el consejero insustituible de Isabel, pero cayó en desgracia en 1499, coincidiendo con el ocaso personal de la Reina. En 1505, dos años antes de morir, Hernando de Talavera fue acusado de hereje, torturado y juzgado, pero el papado tomó cartas en el asunto y no aceptó, finalmente, la acusación.
Fuente: http://lab.rtve.es/serie-isabel/personajes/personaje/hernando-de-talavera

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